martes, 13 de enero de 2009


Después de casi una hora de autobuses y metro intentando llegar a casa, aquí estoy. si. Por fin. Me he ido fijando en todo el camino en las miradas más o menos discretas de la gente y en las más o menos perdidas. He intentado sacar que tipo de persona pueden ser, o tratar de imaginarlo, inventando una personalidad acorde con sus manos o de acuerdo a los zapatos que llevaban, estúpido. Se que posiblemente no habré acertado con ninguno, porque ya estoy hecha una experta en fallos de ese tipo. Y la verdad es que cada vez acierto menos con la gente. Es que es como cuando apuestas porque esa noche va a ser grande y acabas tirada en cualquier bar con una cerveza, o al revés, que es la mejor sensación del mundo... pues son fallos de ese tipo. Ojalá, siguiese teniendo esas conversaciones tan irrelevantes conmigo misma o también contigo, porque no, y siguiésemos buscando esos pequeños caprichos que nos dábamos. Pero todo es muy estúpido, incluso para mi. Y es en estos casos en los que admiro a todos los que no pierden ni un centímetro de seguridad ni ganan un kilo de miedo y siguen con la misma ingenuidad e ilusión que un niño de 10 años, los valientes. Pero, independientemente de todo esto, ya no quiero más heridas medio cerradas. Así que creo que me voy a pegar una duchita de respuestas y me voy a beber de un sorbo todo lo que fui dando por perdido y a ver si se me pasan estas tonterías, que hay días que no me aguanto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario